Este castillo de naipes (Andrés Aberasturi)

Periodista

Uno no sabe ya cuando se enfrenta a la pantalla en blanco qué más puede pasar en las próximas dos horas. España es hoy un estado fallido, un castillo de naipes con sólo el primer piso inseguro y frágil que en cualquier momento puede desbaratarse y desbordado de espejismos que nos engañan a todos si caemos en las trampas de unos pocos.

Para empezar lo que a día de hoy parece preocupar es el acuerdo entre Ciudadanos y el Partido Popular que quizás cuando usted lea esto se haya firmado ya o se haya roto definitivamente. Seguramente se habrá firmado o estará a punto y ocupará las primeras páginas de todos los periódicos y abrirán con esta noticia todos los informativos. Pero la pregunta es si ese posible acuerdo sirve para algo más que una escenificación; desde luego no es –no debería ser- la preocupación máxima del ciudadano porque lo que se convierte en noticia puede crear más problemas que soluciones.

Que lleguen al acuerdo final Rivera y Rajoy, no cambia nada, no asegura nada, no da tranquilidad a los mercados ni abre un camino para una futura gobernación ni con las rebajas de unos y otros sabemos qué va a pasar con unos presupuestos que no se aprobarían por la sencilla razón que, muy posiblemente, el acuerdo no logrará formar un gobierno ni siquiera inestable. Pero está bien que los portavoces de los dos partidos se den plazos o se los quiten, se reúnan hasta las tantas de la madrugada, se contradigan de vez en cuando hasta que el sol salga por donde quiera. ¿Y qué más da? Ellos habrán sellado su pacto prendido con alfileres pero siguen empeñados en descargar sobre el PSOE toda la responsabilidad de un futuro que es presente acuciante desde hace casi un año.

Y el PSOE ha dicho que no. El PSOE o Pedro Sánchez, o el comité federal o quien sea; pero lo cierto es que han dejado claro –por ahora al menos- que no a la primera y que no a la segunda. Y como no hay apoyos más allá que algún voto posible de CC, seguiremos en las mismas pese a la grandiosidad de los titulares que han protagonizado estos días PP y Ciudadanos. Vamos de cabeza a las terceras elecciones con los mimbres que a las primeras sólo que esta vez Ciudadanos está con Génova y no con Ferraz, Podemos perdido en su laberinto y los nacionalistas catalanes a lo suyo y los vascos –que no son lo mismo por mucho que se empeñe Rivera- más preocupados por sus elecciones que por las generales.

Las terceras elecciones me parecen cada vez más inevitables porque, cada vez más, Sánchez ha hecho del "no" su principal bandera y en el PSOE no van –al menos por ahora- a desautorizarle.

Y así están las cosas mientras la prima de riesgo sigue bajando y la economía creciendo décima a décima. Pero esto no puede tranquilizar a nadie, estos datos son espejismos que más pronto que tarde terminarán estrellándose con la realidad de esta vergüenza que es una España sin gobierno, sin presupuestos, sin techo de gastos y con un montón de leyes en funciones. Y nosotros los ciudadanos pagando de nuestro bolsillo la frivolidad o la terquedad de unos políticos mediocres e incapaces.

Pero no es el PSOE el único responsable aunque tenga su parte. ¿Quién puede creer que Rajoy al frente de un nuevo Gobierno va a liderar la lucha contra la corrupción? Tendría que irse él no sé si por actor o por consentidor. ¿Quién puede creer en Sánchez que sólo pretende ya sobrevivir políticamente? ¿Quién en Rivera cuando es uña y carne de unos y de otros? ¿Y qué decir de Podemos empeñado en hacer enemigos y en plena diáspora de acompañantes? No hay más. Solo quedamos nosotros, los ciudadanos, protagonistas corales de la tercera entrega de "El desencanto". No nos merecemos este espectáculo pero, pese a todo, la miseria de la democracia convertida desde hace mucho en partitocracia, no nos deja otras salida que la urnas y ya se ve que cuando los egoísmos triunfan sobre el bien general, la urnas sólo sirven para enredar el bucle.

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